Tuesday, February 10, 2009

Un libro: Sobre el agua


Justo en el momento que me incliné hacia adelante, y mientras mi padre trataba de tirar de mí hacia atrás sujetándome por las axilas, apareció por el arco del puente, bajo nuestros pies, un extremo afilado de cobre, seguido de una proa casi igual de fina, cubierta por una tela de color blanco plateado. No hubo tiempo para reponerse de esta primera sorpresa, porque tras la tela apareció el primero, el segundo, el tercero de un total de ocho hombres que asomaron por la arcada del puente como si alguien tirara de una sarta de cuentas o, mejor dicho, como si ellos tirasen de sí mismos mientras se deslizaban sobre el agua estirando y flexionando los brazos a izquierda y derecha, al tiempo que sumergían sus largos remos en el agua, la apartaban y la soltaban de nuevo; ocho hombres con camisetas blancas perfectamente acompasados, seguidos de un pequeño timonel con chaqueta azul y una corneta de cobre en la boca, como el punto de un largo signo de admiración. Todo sucedió en cuestión de segundos, pero yo seguí contemplando a los remeros mientras pude, y no sólo a ellos, sino también el rastro que habían dejado tras de sí al salir del puente; un rastro de líneas y remolinos en los puntos donde los remos habían penetrado con fuerza en el agua, como huellas de pies que se funden lentamente las unas en las otras y empiezan a borrarse en el mismo instante de ser estampadas.

No sé qué fue lo que me impresionó más en aquel momento, si el movimiento acompasado de los hombres o el movimiento que éstos imprimían al río.

Sólo sé que contuve la respiración porque sigo haciéndolo cada vez que aquella imagen vuelve a mi memoria.

Sobre el agua, de H.M. van den Brink. Editorial Alianza Literaria.

Puede comprarse en Agapea. Recomendable para quien le guste el remo.

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